lunes, 22 de septiembre de 2014

Para que tenemos hijos?



Él estaba ahí por homicidio culposo, ya que había atropellado a un niño al entrar a alta velocidad en una calle en sentido contrario tratando de escapar de una patrulla que lo perseguía por haberse pasado un alto.

Entró al penal completamente destrozado de los huesos y en silla de ruedas ya que, el padre de la criatura muerta se le fue a golpes, y el policía –que estaba justo detrás- se hizo de la vista gorda y no lo detuvo hasta que casi lo mata... (¿Bastante lógico no?)

El hijo le decía a la Madre: 

- Sabes mamá, yo no soy un asesino premeditado ni un maldito desalmado, sólo que ya concluí que estoy aquí porque APRENDÍ Y ME ACOSTUMBRÉ a romper reglas y a no cumplirlas jamás sin ningún límite.

- ¡Ay hijo!, es que de chiquito te ponías tan difícil, cada vez que yo te daba una orden o una instrucción, me desafiabas y hacías unos berrinches tales que yo no lo soportaba, y te dejaba hacer y deshacer con tal de evitarme conflictos y de que estuvieras calladito y complacido para que tu
papá no me dijera: ¡calla a ese niño !.

Desde que tenías 3 ó 4 años, cuando yo te decía:

1) Cómete tus verduras para que crezcas sano y fuerte, me decías: Yo no quiero ser sano ni fuerte, no me importa, ¡déjame en paz!

2) Recoge tu cuarto: No voy a recoger nada, así estoy contento, ¡si quieres recógelo tú!

3) No destruyas las cosas, cuídalas: No me importa yo quiero jugar así, y si no me compras cosas nuevas gritaré y lloraré hasta que me las compres.

4) En esta casa se hace lo que yo digo: No mamá, no lo haré ¡Ya no te quiero y si me hablas así, me voy a ir a otra casa!

Y así siguió la lista interminable de instrucciones y respuestas a lo largo de la vida de este hijo rebelde y padres pasivos. 

Hasta que el hijo interrumpió a la madre gritándole….

¡Basta ya mamá! : Sólo dime ¿cómo fue que siendo adulta le obedeciste a un niño tan chiquito? 

Hoy a mis 23 años estoy destrozado, infeliz y sin futuro, de nada sirvió que estudiara, o que no hayamos sido pobres, le quité la vida a una criatura y de paso les arruiné el resto de la vida a ti y a ni padre, la vida en la cárcel es una ...

Pregunta:

Si tu hijo estuviera a punto de caer en un precipicio y tú lo estuvieras sosteniendo de la mano: ¿lo apretarías con todas tus fuerzas o le detendrías la mano suavecito para que no le duela?.

Lo mismo pasa con los valores, la disciplina y las reglas, sé responsable y apriétalo fuerte y lo salvarás del precipicio de la vida en sociedad, porque nadie a quién él dañe con su indisciplina va a tener compasión de él.
Si tú, que le diste la vida y lo amas, no soportas sus berrinches, ¿Qué te hace pensar que los demás lo harán?.

Un regaño a tiempo, un castigo bien impuesto sin afán de maltratarlo o herirlo sino por su bien, tal vez deje una pequeña huella, pero los hará sentir seguros y bien claros sobre la diferencia entre el bien y el mal, y a la larga sabrán, que si los cuidas y los educas bien es porque los amas y no porque te importa más tu comodidad y tu tiempo libre.

Evítales la infelicidad de la disciplina impuesta por la sociedad y/o la ley o hasta la muerte en mando de otro o el suicidio por la culpa de sus propias faltas. 

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